SOLO DIOS NOS CAMBIA

Nuestro Dios amado, nos da la capacidad para que reconozcamos nuestros propios errores; y es allí cuando aceptamos y reconocemos nuestros errores, cuando nos damos cuenta que estamos fallando en algo, y es entonces que vamos a decidir cambiarlo.

Muchas veces cometemos un error muy frecuente, y se trata de: intentar cambiar por alguien, y luego por cuestiones de la vida, esa persona se aleja de nuestras vidas, y volvemos al mismo error e inclusive lo volvemos a hacer pero esta vez más fuerte que la anterior. Cuando el verdadero cambio debe nacer por nuestra propia cuenta, y no por otras personas, para que logremos encontrar esa paz que tanto anhelamos; y para lograr sentir amor propio, que no es más que el que Dios nos ofrece, porque es allí cuando aprendemos a amarnos realmente, aceptando nuestros errores, cuando intentaremos corregirlos, y de esta manera eso es lo que proyectaremos, y empezaremos a ver fluir el amor de Dios en nuestras vidas. Y cuando logremos amarnos realmente podremos amar a los demás sin escatimar con cosas vanas, simplemente lo haremos porque sentiremos la necesidad y felicidad al hacerlo. Pero en este caminar, no podemos ir solos, es decir primero debemos tomar una decisión en nuestro corazón, y pedirle a Dios mucha fortaleza y que sea nuestro guía en ese caminar, porque solos no podríamos hacerlo, pero con él todo es posible, y así como a una oruga Dios la transforma en una hermosa mariposa, cuanto más a sus hijos amados, si se lo piden de corazón.

Nadie cambia a nadie (porque sería un cambio temporal), sólo realmente Dios lo hace y los cambios que Dios hace son eternos y sempiternos, que transcienden toda lógica y entendimiento, y aún así, él es un caballero por excelencia, y no va a cambiar nada en nuestras vidas, hasta que lo aceptemos y se lo pidamos de corazón, y digo de corazón, porque él conoce realmente nuestros corazones, y sabe si lo que le pedimos es por una emoción momentánea o si en verdad lo queremos dejar tomar el control de nuestras vidas. Cuando estés dispuesto a vivir una vida plena de reino, pídeselo con todo tu corazón y con toda tu alma y veras como Dios restaura de una manera esplendida esa vasija de barro roto, y te repara cada herida y hendidura, haciéndote una nueva vasija llena de su gracia y amor, pues para eso estamos en las manos de alfarero.

Enfoquémonos, en esos detalles en que sintamos que no estamos bien y empecemos a cambiar, atrevámonos a someternos a ese proceso de transformación y renovación; si queremos cambiar el mundo, denemos empezar por cambiarnos a nosotros mismos.

Andrea Paéz J.