“Por tanto, yo te aconsejo que de mi compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas” Apocalipsis 3:18

Hoy existe un gran problema en nuestra sociedad y ese problema es que actualmente nos encontramos viviendo en una etapa a la que llamo “el mundo del yo”

Estamos en un tiempo de consumo masivo, las personas consumen tanto las cosas materiales que se olviden de las espirituales y sin el alimento espiritual del Padre, los que venimos a ser consumidos con el tiempo somos nosotros mismos.

En esta sociedad consumista queremos estar actualizados y a la moda, pero lo que conseguimos cada vez más es una gran insatisfacción, todos los días queremos algo diferente y cuando lo adquirimos queremos algo mas y así sucesivamente; un ejemplo son los teléfonos celulares, computadoras y todo lo que tenga que ver con la tecnología, gastamos tanto tiempo anhelando las cosas materiales que en muchos casos las creemos tan “importantes” como para dejar de lado a las espirituales. Y no digo que todos lo hagan de esta manera, o que querer trabajar para comprar algo sea malo, pero lo malo es ocupar toda nuestra atención y tiempo en ese aspecto, olvidándonos de poner en primer lugar en nuestras vidas el llevar una vida de reino; la cual solo logramos como nos dice nuestro Dios en Mateo 6:33 “Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas os serán añadidas”.

Hoy día las personas nos preocupamos por actualizar todo lo que hable del yo: el blackberrry, el facebook, el twitter y lo hacemos con cosas realmente sin importancia colocando los diferentes estados de ánimo o aquello que estamos haciendo en el momento y todo siempre enfatizado en “mostrar lo que hago yo” todo es un yo, no miramos a las demás personas que nos rodean, quienes realmente necesitan de nosotros y cuando las miramos es muchas veces para culparlos por lo que nos acontece, cuando el único culpable es tu “yo”.

En el versículo Dios nos invita a que compremos de él oro refinado en fuego, para que realmente seamos ricos, él nos habla de la riqueza espiritual, la única y verdadera pues esa es la única que nos llevaremos con nosotros el día que partamos de este mundo; también nos invita a comprar vestiduras blancas para vestirnos, y que no se descubra la vergüenza de nuestras desnudez, esas vestiduras de la que nos habla la palabra no es la que vemos a diario en la tiendas de ropa, esas vestiduras son mucho más valiosas y preciosas que ninguna otra y son las del alma, son aquellas que nos hacen reflejar la luz de Dios en nuestras vidas y las que nos hacen verdaderos herederos de Dios. Por último el Señor nos dice que unjamos nuestros ojos con colirio para que veamos, y se refiere claramente al colirio que viene de parte de él, que sirve para limpiar nuestras ojos, para que sea quitada toda la suciedad espiritual que no nos deja ver realmente las cosas como son, y que permite que sean quitadas esas costras que muchas veces nosotros mismos creamos sin darnos cuenta, hasta desviarnos del camino de nuestro Dios, y esto muchas veces lo hacemos cuando lo principal en nuestras vidas es nuestro propio yo y no nuestro Padre y creador.

Amados no podremos conocer realmente a Jesús hasta que estemos dispuestos a amar a los demás, cuando dejemos de vivir únicamente para nosotros y empecemos a vivir para los demás. Si queremos a Dios en nuestras vidas, primero necesitamos quitar nuestra presencia para poder sentir la suya.

El Señor vino a servir, y ese fue el legado que nos dejó, él nos pide que seamos sus testigos haciendo lo que él nos enseño y si alguno ha olvidado estas cosas, puede recurrir al Espíritu Santo que está aquí para ayudarnos, orientarnos y para recordarnos todo lo que Jesús nos enseño.

Para poder conocer realmente al Padre, es necesario morir al “yo” es decir a nuestro viejo hombre para que podamos nacer de nuevo y vivir para Cristo.

Tenemos que pagar un precio y no es cualquier precio, es algo realmente difícil pero escrito está el Reino de Dios es para valientes. Y aquellos que estén dispuestos a pagar ese precio, descubrirán la verdad y esa amados es la que nos hace realmente libres de las prisiones y nos mostrará el verdadero camino de la salvación que es en Cristo Jesús.